viernes, 13 de diciembre de 2013

La felicidad filosófica.

Cuando hablamos de la felicidad, se abre una variedad enorme de objetos, personas, lugares o actividades con los que la asociamos, y que es distinto para cada uno de nosotros. La felicidad puede encontrarse en cualquier aspecto que nos produzca satisfacción con uno mismo o con el ambiente que le rodea, mediante el alcance de algo que deseamos fervorosamente.

Éste estado emocional existe desde el principio de la historia del ser humano, pero no sería hasta cierto tiempo después cuando se empezaría a reflexionar sobre ella y ha crearse diversas teorías, de la mano de distintos filósofos, entre ellos Platón, con el que comparto su pensamiento respecto a éste tema.
Platón establecía que la felicidad suprema era igual al Bien Supremo, el cual se alcanzaba a través de la virtud, que la define como el conocimiento.

Puede que ésta filosofía haya avanzado a lo largo de la historia pero tiene una base realmente importante, no para su definición pero si para su compresión. Si aplicamos ésta teoría a la vida cotidiana y comparamos una persona cuya familia no tiene unos recursos básicos, especialmente culturales, y que se ha estado educando toda su vida en la ignorancia, y que además, no tiene ningún interés en conocer ni aprender, ésa persona no podrá ser feliz, por lo menos de la manera en que lo estamos definiendo. Sin embargo, una persona cuya familia siempre se ha preocupado de su formación y que tiene curiosidad por conocer, a lo largo de su vida ira desarrollando su conocimiento moral, y por ello, de una manera u otra conseguirá una satisfacción parecida a la definición de felicidad.
Porque para Platón, cuando propone alcanzar el conocimiento, no se refiere al de tipo cultural, de una persona cultivada que conoce muchos lugares y curiosidades, si no a un conocimiento mucho más complejo, como es la moral. Como ejemplo de ésta aclaración, podemos referirnos a ésa clase de gente que, aunque teniendo mucho dinero y gracias a él, poseen una inmensa variedad de bienes, pero a su vez no poseen un conocimiento moral para dominar lo que ésta bien o esta mal, por lo tanto, esa gente no son sabios ni tendrán la virtud, y como consecuencia, no podrán alcanzar la prosperidad.
Como conclusión, podemos aclarar que, la verdadera felicidad, la sensación de paz y serenidad, se puede alcanzar a través de la sabiduría y el conocimiento de lo moral, ya que según Platón, en éso consiste la virtud.